Homenaje a Henri Ey, 1900-1977

Dr. Eduardo Luis Mahieu

REVISTA DE NEUROPSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL

Sociedad de Psiquiatría y Salud Mental de Villa María y Sur de la Provincia de Córdoba

Año 1, Volumen I, N° 1 Enero/Julio de 1986, pp. 11-15.


Resúmen
Homenaje a Henri Ey (en español)
Cumplió con su deber civil de hombre libre de un pueblo libre ya que demostró con su vida y con su obra que para él la libertad es el bien supremo (su concepción de la libertad era tan consustancial con su existencia, con su ser-en-el-mundo, como con su pensamiento médico, porque la psiquiatría tiene "por solo objetivo ayudar al hombre enfermo mental a reencontrar su libertad", porque "la enfermedad mental es la patologia de la libertad").

Hommage à Henri Ey (en espagnol)
Il accomplit son devoir d'homme libre d'un peuple libre, puisqu'il démontra avec sa vie et son oeuvre que pour lui la liberté est lin bien suprême (sa conception de la liberté était si consubstantielle avec son existence, son être-dans-le-monde, comme avec sa pensée médicale, parce que la psychiatrie "a pour seul objectif d'aider l'homme malade a retrouver sa liberté", parce que "la maladie mentale est la pathologie de la liberté").


 

"Pienso que juntos debemos extraer la misma lección: que no tenemos et derecho de dejarnos seducir por el canto de las sirenas antipsiquiátricas, que no tenemos el derecho ni de olvidar el sentido mismo de nuestra vocación médica ni de desviar a la psiquiatría del único objeto que le confiere, con su sentido, sus naturales límites. Previendo desde hace mucho tiempo a qué herejías debe fatalmente conducir une cierta interpretación del hecho psiquiátrico, he querido - y todo lo que he escrito, todo lo que he enseñado aquí mismo desde hace cuarenta años dan fe de ello - he querido dotar a la Psiquiatría de un modelo teórico que asegure su autonomía y su eficacia médico-social".

Henri Ey - Discours d'adieu - 1971

No tuvo Henri Ey en oportunidad de su desaparición física el homenaje que merecía par parte de los psiquiatras argentinos. Es un imperativo de conciencia de los que reconocemos en él al maestro par antonomasia, maestro de medicina y maestro de conducta, y una imperativa necesidad en estos momentos de confusión y herejía por los que atraviesa nuestra especialidad, la psiquiatría (así, a secas y sin aditamentos, porque no hay más que una), confusión y extravíos que amenazan gravemente su autonomía y su eficacia médico-social, es una necesidad imperativa, decimos, reparar ese olvido, rescatando emocionadamente su recuerdo y su luminoso mensaje por la universalidad de su saber de rigurosa ciencia y la refinada belleza del estilo de su obra, impregnada e integrada de y en su vastísima cultura humanística (magnífica conjunción de ese esprit de géometrie y esprit de finesse que son la esencia del alma francesa y que, como reveló Pascal, son los dos medios paralelos y comptementarios de ir hacia la verdad). Rescatando su recuerdo y su mensaie de hombre universal de su tierra y de su tiempo, y de médico también universal de su tierra y de su tiempo, en el alto ejemplo de su vida y de su obra, lección perenne del más auténtico espiritu hipocrático (la medicina es ciencia y conciencia) en la apasionada y lúcida lucha de toda su existencia en defensa de una concepción de la Psiquiatria corno ciencia médica, natural y biológica por excelencia, integral en su vision del hombre enferrno psíquico, corno integral es el verdadero modelo médico, bio-psico-social por naturaleza y por esencia, pero fundamentalmente ética por la misión primera de toda medicina, nacida del amor fraternal y la solidaridad humana: tratar, aliviar, ayudar, rescatar, para sí y para los demás hombres, al ser hurnano sufriente en su espíritu.

Como el mismo lo escribió, definiéndonos y señalándonos nuestra misión, en esa herrnosa pàgina de "Defensa e ilustración de la psiquiatría" meditación, mensaje y llamado a los psiquiatras de hoy y de siempre: "EL PSIQUIATRA ES UN MEDICO". Cuando L. Bonnafé, en los textos a los que hacía alusión más arriba, habla del alienista como "desalienante", indica en forma bien efectiva la función esencial de la psiquiatría y del rol que debe jugar el personaie del psiquiatra: curar, es decir normalizar, es decir liberar al paciente de la enferrnedad mental que lo priva de su libertad. El psiquiatra debe ser un hombre de equilibrio, de ponderación y de tolerancia para asumir su función terapéutica en general y psicoterápica en particular. Porque, que quede bien en claro, el rnédico que es su deber ser, no es el de la fría sala de operación aséptica, ni el de los ejercicios y rendimientos de laboratorio, ni siquiera el del médico práctico que trata "afecciones orgánicas" como se definen generalmente las enfermedades de la vitalidad. El médico psiquiatra ideal debe ser un médico que, teniendo la doble funciôn de comprender y explicar las enfermedades mentales para poder tratarlas, debe, todo ello a la vez, ser capaz de ir muy lejos en la psicología de las profundidades, de las motivaciones inconcientes o fantasmáticas (a la fuente de las sueños y de las imágenes que son las raíces de la locura humana en general de la que se nutren las formas psicopatológicas particulares a cualquier nivel que se constituyan), pero también de conocer la desorganización, el proceso que desgarra ese tejido siguiendo el punteado de su vulnerabilidad orgánica. En el fondo debe, para ofrecer su imagen ideal, ser a la vez intuitivo y romántico, pero también biólogo y racionalista Y, para decirlo todo y todo resumirio, ser lo bastante sabio en la ciencia de la naturaleza de los hechos psicopatológicos específicos coma para no confundirlos con la locura general de los hombres" (Definición y exhortación escrita meses antes de su muerte).

Nacido con el siglo, el 10 de agosto de 1900, representará la psiquiatría de este siglo. Vió la luz en Banyuls dels-Aspres, en el sudeste de Francia, en el país catatán del Rousillon, tierra de viñas y de vinos, recostada sobre los Pirineos y la frontera española, acariciada por las eternamente azules aguas del Mediterráneo, y de donde también eran originarios Pinel, Esquirol y Magnan. En ella cursó sus estudios primarios y secundarios. A ese terruño amado regresaría para morir, el 8 de noviembre de 1977, a la misma vieja casa solariega de su farnilia de viticultores donde había llegado al mundo, frente al Canigou, la montaña sagrada de los catalanes. El alma de la raza de esa tierra, que fue alternativamente ibérica y francesa a lo largo de la historia, nos devela la clave de su amor por España y lo español, por la tauromaquia que lo impulsó a tentar el ruedo, por Laín Entralgo y por Dalí, por la lengua castellana, en la que escribió directamente dos de sus libros: "Ensueño y psicosis" (Lima, 1948) y el cautivante "Estudio sobre los delirios" (Madrid, 1950) que nos atrapó en nuestros inicios par esa particular alquimia de su verbo, ciencia y poesía, la clínica de los delirios y el surrealismo y los delirios. En Toulouse, también en el Languedoc de sus raíces, inicia sus estudios en medicina, que continúa y culmina en París en 1923, mientras paralelamente frecuenta la Sorbona y la vida bohemia del Quartier Latin, y obtiene también la licenciatura de filosofía. Desde su graduación y durante 10 años se desempeñará en los hospitales psiquiátricos del Sena, en los servicios de Marie, de Guiraud, de Capgras, de Claude (en el que compartirá trabajos con Lacan, su compañero de la sala de quardia), de Claude a quién reconocerá como su maestro, recordándolo con gratitud en sus escritos. Crecerá así en la brillante tradición clínica de la escuela psiquiátrica del gran hospital Sainte-Anne, la más joven de Paris, la escuela de Magnan, contrapuesta en cierta forma a las escuelas de la Salpêtrière, Bicêtre, Charenton y de la Enfermería Especial del Depósito (en la que entonces era maestro Clérambault, de quien tanto elogiaría su preciosismo clínico y cuya teoría explicativa rígidamente organicista y mecanicista tanto combatiría, caracterizándola coma el paradigma del rnodelo rnecanicista).

En 1933 es designado médico jefe del hospital psiquiátrico de Bonneval, en la hermosa región de los castillos del Loira, a unos 100 kilómetros de París, y en él vivirá y trabajará hasta su retiro en 1971. Es en este histórico hospital de Bonneval, instalado en la venerable abadía benedictina de Saint Florentin, erigida en el siglo IX en la que fuera cocina de los monjes transformada en su escritorio, donde se concibe y madura la mayor parte de su monumental obra escrita. Y es asimisrno en ese hospital de Bonneval al que su pasión y su tesón convierten en el "haut lieu" de la psiquiatría francesa, lugar de peregrinación científica de los especialistas del rnundo entero, donde organizó y dirigió los célebres Coloquios. En intensas jornadas de estudio y discusión sobre los problemas más acuciantes y polémicos de la medicina mental reunió a lo largo de 25 años a lo más granado de la psiquiatría y la filosofía del país galo. Testimonio de ello los temas de los mismos (algunas publicados y convertidos ya en indispensables textos y materiales de trabajo: "La historia natural de la locura" (1942); "Las relaciones de la Neurología y la Psiquiatría" (en 1943, con la participación de Ajuriaguerra y Hécaen); "Problemnas de la psicogénesis de las neurosis y Psicosis" con Bonnafé, Lacan y Rouart) "La herencia en psiquiatría" (1950) "La psicopatología y el problema de la voluntad" (1956), "Las esquizofrenias" en que psiquiatras y psicoanalistas elaboraron juntos textos importantísimos (en 1957, con Foltin, Leclaire, Racamier, Rumke, Morselli y Laboucarié) y, por fin, en 1966, el más que célebre Coloquio sobre 'El inconciente", con la participación de figuras cumbres del pensamiento, y cuya sola mención exime de mayores comentarios. Lacan, Minkowski, Merleau-Ponty, Ricoeur, Guiraud, Laplanche, Lantéri-Laura, de Waelhens y tantos otros. Tan sólo en dos oportunidades abandonó su amado Bonneval: en 1944, para combatir por su patria y en 1971, la definitiva, la de su jubilación y su retiro. En 1944 se incorpora a un batallón de las FFI (los guerrilleros de la Resistencia, los legendarios maquis que lucharon heroicamente contra las hordas nazis que habían invadido y ocupaban su dulce Francia). Cumplió con su deber civil de hombre libre de un pueblo libre ya que demostró con su vida y con su obra que para él la libertad es el bien supremo (su concepción de la libertad era tan consustancial con su existencia, con su ser-en-el-mundo, como con su pensamiento médico, porque la psiquiatría tiene "por solo objetivo ayudar al hombre enfermo mental a reencontrar su libertad", porque "la enfermedad mental es la patologia de la libertad"). Participó entonces en la batalla para reducir el bolsón del Atlántico, mereciendo ser condecorado con la Cruz de Guerra y, antes de regresar a Bonneval, es afectado durante un tiempo al servicio de Psiquiatría en el hospital rnilitar de Val-de-Grâce en París.

Después de su retiro repartió su tiempo entre la capital y Banyuls, sin descuidar el estudio y la docencia, ya en la biblioteca de Sainte-Anne, "su" biblioteca, ya en el hospital psiquiátrico departarnental de Thuir, en el Rousillon, donde siguió dando conferencias con presentación de enfermos todos los miércoles (como lo habia hecho durante tantísimos años en Sainte Anne) y en el que organizó el rnemorable seminario sobre 'La noción de esquizofrenia" en 1975. En esos seis años que van desde su jubilación hasta su muerte redobló su actividad de escritor, plasmando lo mas significativo de su obra, el producto más madurado y profundo de su reflexión y su experiencia.

La obra de Henri Ey es de una magnitud y una importancia excepcionales. Sus escritos, su docencia clínica, su labor hospitalaria, su lucha constante por transformar radicalmente las condiciones de asistencia del enfermo mental, su fervor y entusiasmo organizativo de congresos, revistas y sociedades científicas, su actividad sindical médica, lo consagran como el más brillante psiquiatra francés de este siglo y uno de los maestros clásicos y definitivos de toda la medicina. Su producción escrita es inmensa, una de las mmnás extensas, profundas y fecundas en la historia de la medicina. Más de 300 artículos científicos publicados a lo largo de 50 años, desde 1926 hasta 1977, en casi todas las revistas rnédicas rnás importantes del mundo entero; el primero de ellos sobre "La esquizofrenia de Bleuler" el último sobre 'La psiquiatría y la privación de la libertad", como símbolos de sus intereses fundamentales: la clínica y la libertad, coma el alfa y omega de la trayectoria de su pensarniento. de la ciencia a la filosofía y a la ética. La mayor parte de esos artículos aparecieron en "su" revista, L'Evolution Psychiatrique, órgano de la sociedad del misrno nombre, ambas fundadas por él mismo en 1934, ambas intensamente vivas y activas hasta hoy, ambas nacidas para expresar una nueva psiquiatría, la de la integración y colaboración de psiquiatras y psicoanalistas. Fundó además otras dos revistas, cuyos títulos nos eximen de extendernos sobre sus múltiples inquietudes y motivaciones: "Entretiens psychiatriques" y el 'Boletín del Sindicato de Psiquiatras de los Hospitales". Y en este apartado que, quizás impropiamente, podríamos denominar de escritos menoress, nos falta mencionar aún más de 150 trabajos entre prólogos, prefacios, discursos, alocuciones y discusiones en eventos científicos, análisis, reseñas y críticas de libros (algunas de ellas verdaderas monografías, como las que dedicó a "El descubrimiento del inconciente" de Ellenberger o a "Los trastornos esquizofrénicos" de Manfred Bleuler). Last but not the least su traducción y resumen de la obra capital de Eugen Bleuler "Dementia Praecox o el grupo de las esquizofrenias", realizado en los albores de su carrera y que representa la única forma en que los psiquiatras franceses pudieron acercarse al pensamiento del insigne maestro zuriqués, creemos que hasta la actualidad.

Por Io que se refiere a libros, 15 son los que debemos a su pluma. "Alucinaciones y delirios" (1934); "Sobre el órgano-dinamisrno" (1936); "Ensueño y psicosis" (1948), "Estudios sobre los delirios" (1950); los "Estudios psiquiátricos" en 3 tomos de cerca de 1.600 páginas (1952 - 1957 - 1960) en los que analiza exhaustivamente problemas de historia, epistemología, metodología, psicopatología, semiología y clínica de las psicosis agudas y destructuración de la conciencia, estudios en las que la precisión y minuciosidad descriptivas características de los clínicos franceses se alían a la belleza de estilo, configurando una de las obras cumbres de su creación y material obligado de estudio. En 1955 dirige la organización, elaboración y redacción de los 3 monumentales tomos de la sección de Psiquiatría de la Enciclopedia Médico - Quirúrgica, encabezando en esta obra colectiva única en su género a decenas de las más brillantes especialistas del mundo entero y asumiendo personalrnente la responsabilidad de escribir nurmrosos capítulos de la misma, de entre las que debemos destacar par su extensión y calidad los dedicados a la historia de la psiquiatría, la antipsiquiatría, la terapéutica psiquiátrica, las bouffées délirantes (noción imprecisa de la tradición clínica francesa a la que rescata, define y delimita magistralmente, transformándola en una entidad clave y definitiva de la nosologia psiquiátrica francesa con proyección universal) y muy especialmente la excepcianal sección dedicada al "Grupo de las psicosis esquizofrénicas y de las psicosis delirantes crónicas" que representa la aportación máxima de la psiquiatría francesa sobre la cuestión más apasionante de toda nuestra ciencia. En 1960 aparece la primera edición de su Manual de Psiquiatría, escrita en colaboración con un psiquiatra clínico (Bernard) y un psicoanalista (Brisset), una prueba más de su condición de auténtico cientifico, que busca la verdad sin sectarismos ni dogmatismos estrechos, como anticipo y herramienta de la psiquiatría del porvenir en pos de las verdades últimas y del cumplimiento integral de su misión médica y humana. Numerosas ediciones y traducciones confirman la validez de esas proposiciones, consagrándolo como el texto de la iniciación de los jôvenes, tanto los de Francia cuanto los de nuestro país, que Io tienen por el primero y principal. En 1963 da a la imprenta "La Conciencia" de más de 400 páginas, y en 1966 su simétrico, "El inconciente", que reúne las ponencias del Coloquio de Bonneval. En 1964 se había publicado la "Psiquiatría animal", obra colectiva bajo su dirección y la de Brion, como anticipo del interés que despertaría más tarde el estudio de la joven ciencia de la etología, que tanta importancia tiene para el esclarecimiento de la conducta humana y sus motivaciones a través de la investigación de los comportamientos animales.

El "Tratado de las Alucinaciones", dos tomos de más de 1.500 páginas, de 1973, constituye su obra maestra en el campo de la clínica, la psicopatología y los fundamentos teóricos y modelos explicativos de la psiquiatría. De lectura absoluta y categóricarnente indispensable, ningún psiquiatra que pretenda asentar sobre bases rigurosamente científicas su saber y su hacer podrá dejar de estudiarlo y reestudiarlo constantemente, dejándose cautivar por la hermosura de su estiIo, que alcanza muchas veces un alto vuelo poético, al servicio de una erudición y una exhaustiva indagación de la problemática de las alucinaciones y de los delirios nunca alcanzada. En 1975 dirige la obra colectiva "Psicofisiología del sueño y Psiquiatría", en la línea de una de sus postulaciones fundamentales, la de una analogía profunda entre sueño y locura, entre actividad onírica y delirio, que la psiquiatría francesa plantea ya desde Moreau de Tours, y a la que ya dedicara su libro "Ensueño y psicosis". También en 1975 publica "De las ideas de Jackson a un modelo órgano-di-námico de la Psiquiatría" sobre la base de su obra del misrno tema de 1936.

La "Defensa e ilustración de la Psiquiatría" de 1977, terminado pocos meses antes de su muerte, de unas 80 maravillosas páginas, constituye el sereno y lúcido manifiesto de la psiquiatría, de la única que puede existir, de la psiquiatría ciencia médica, y contiene su reflexión epistemológica y su mensaje ético, apasionado y profético, cartesiano e hipocrático, en un estilo que recuerda al de alguno de los tratados filosóficos del maestro de Kos. Por último, dos libros pósturnos prolongan mas allá de su rnuerte física la definitiva vigencia de su pensamiento: "La noción de esquizofrenia", comptes rendues del seminario de Thuir, en la que, como en un diálogo platónico de Sócrates rodeado de sus discípulos, se elabora la concepción final de la que fuera para Ey "il lungo studio e il grande amore", como quería el Dante. A esa obra, aparecida en diciembre de 1977, tan sólo un mes después de su muerte, le seguirá la última: "Nacimiento de la Medicina" en 1981, primer torno de una vasta empresa inconclusa en 4 volúmenes, dedicada a La Historia de la Psiquiatría en la Historia de la Medicina y en la que trabajó hasta el dia de su muerte. Debemos al devoto trabajo de su discípulo Maurel el que los manuscritos de ese primer tomo Ilegaran a la imprenta, 4 años después de la muerte del maestro. Desearnos fervorosamente que los papeles inéditos del resto de su obra vean la luz algún dia. Los verdaderos grandes médicos, esos médicos filósofos que son semejantes a los dioses como dice Hipócrates en su tratado sobre la decencia, cumplen una trayectoria intelectual que los Ileva desde la ciencia hacia la filosofía y la historia (asi también Jaspers, desde la Psicopatología General llega, a través de su obra filosófica, hasta el "Origen y meta de la historia"). También asi describió Henri Ey su trayectoria, cumpliendo con su existencia y su destino, que culminan en este bellísimo libro toda su reflexión filosófica, ética e histórica.

Debido a las características propias del sistema universitario francés Henri Ey no accedió nunca a la cátedra, pero su actividad docente, nutrida permanentemente por la praxis clínica, pues sólo de la praxis puede nacer el auténtico conocimiento (. . . "actúa como médico prestando atención, no a una teoria persuasiva, sino a la práctica acompañada de la razón". Hipócrates, Preceptos), fue tan intensa y de tal calidad que Io consagraron como el maestro máximo de la psiquiatría francesa. Se dedicó fundamentalmente a la enseñanza y formación de post-grado, batallando incansablemente por la institucionalización de la especialidad como tal, separándola de la neurología, con la que estaba unida en los planes oficiales de ese entonces como "Neuropsiquiatría", y por la reivindicación del derecho de todos los hospitales psiquiátricos, no sólo los universitarios, a ser reconocidos como escuelas de formación de especialistas, Con emoción recuerdan los que formaron la pléyade de sus discípulos y colaboradores las memorables sesiones que todos los miércoles animaba en el hospitai Sainte-Anne, a la largo de casi toda su carrera profesional, sesiones de intensa actividad que duraban toda la tarde, con presentación de enfermos (uno de ellos siempre médico-legal) examinados públicamente por los discípulos y por Ey, discusión de los mismos, una prolongada clase a cargo del maestro, conferencias por parte de invitados especiales y lecturas en la biblioteca y que, ya jubilado, continuó presidiendo en el hospital departamental de Thuir.

No fue Ey un intelectual solitario, monástico y conventual, aislado en su torre de rnarfil, ni tampoco un ratón de biblioteca (aunque así se autodenominaba con la natural modestia y humildad de los grandes) sino, corno ya hemos dicho, un hombre de su tierra y de su tiempo, comprometido con todos los problemas y de un fervor infatigable en todos los quehaceres, fundamentalmente el de su profesión. Participó protagónicamente en innumerables congresos en todo el mundo. Organizó el Primer Congreso Mundial de Psiquiatría en París en 1950 y fue su Secretario General. En 1951 organizó, también en París, la primera Exposición Mundial de Arte Psicopatológico. Su profunda preocupación por preservar la pureza moral de las prácticas psiquiátricas y par evitar e impedir que se abusara de la psiquiatría para violar la libertad de los hombres, en este tiempo del desprecio, la tortura y el universo concentracionario, motivó su valiente e insobornable intervención para la proyectada declaración en el Congreso de Méjico y debe considerarse coma la directa inspiradora de la Declaración de Hawaii, verdadero juramente hipocrático de los psiquiatras. Todos los movimientos de reforma, mejoramiento y humanización de la asistencia a los enfermos rnentales contaron con su adhesión entusiasta y su participación activa, desde la integración del Ilamado grupo de 1945, que después de terminada la guerra promovió una transformación radical del sistema asilar y hospitalario francés, hasta la edición del Libro Blanco de la Psiquiatría Francesa. Por úitimo, las luchas gremiales de los médicos no le fueron indiferentes, llegando a ser Secretario del Sindicato de Médicos de los Hospitales Psiquiátricos.

No queremos terminar estas líneas dedicadas a exaltar la memoria ejemplar de la vida y la obra de Henri Ey sin destacar brevísimamente, ya que nos ocuparemos de ello en un próxima trabajo, a la que seguramente consideró como la quintaesencia de su pensamiento y su creación más original y valiosa: el modeIo órgano-dinámico de la psiquiatría. Si, como nos dice la tercera ley de la dialéctica, el progreso en el proceso de la historia obedece a la contradicción, lucha y unidad de los contrarios, y consideramos a la psiquiatría organicista y mecanicista cuyo paradigma es Clérambault coma la tesis, y como la antítesis a la psiquiatría psicoanalítica y dinámica cuyo genio es Freud, la síntesis superadora de ese proceso dialéctico (tesis, antítesis y síntesis) es necesariamente el órgano-dinamismo de Ey. Y en esa también dialéctica del Explicar y el Comprender, el fenómeno de la naturaleza de la enfermedad mental, la forrna de la enfermedad mental, sólo se puede explicar por la desorganización del substrato material de la actividad mental, del órgano de la vida psíquica coma repetía Freud: el cerebro, pero el contenido de la enfermedad mental, la temática, el sentido y la significación de la enfermedad mental, sólo se puede comprender por la liberación del inconciente como Io demostró definitivamente el psicoanálisis. Verdadero modelo del futuro, esclarecimiento final de todas las problemáticas de la enfermedad mental, el órgano-dinamismo, a través de la praxis, la investigación y el estudio y la reflexión permanentes, nos Ilevará de verdad en verdad a la verdad.

Cerremos este homenaie haciendo nuestras las palabras que Kammerer, el profesor de Estrasburgo, pronunciará en las exequias de Henri Ey: "Vuestra pasión de la psiquiatría os condujo a la cabeza de la psiquiatría francesa. En los decenios de post-guerra os habíais convertido en el maestro indiscutido. Docente de primer orden, amábais el contacto de las futuros y de los jóvenes psiquiatras a los que sabíais comunicar vuestro entusiasmo por el conocimiento y la investigación psiquiátrica. Vuestras conferencias de Sainte-Anne, que quedarán inscriptas en la historia de la psiquiatría francesa han formado generaciones de psiquiatras que os consideraban, a justo título, como el mejor de los Maestros".